Fuente: www.canalnet.tv
09.07.2018 12:43 hs
El histórico documento no está en manos de la Nación, sino que su
paradero se desconoce. Acá, las hipótesis de qué pudo haber sucedido.
El 8 de julio de 1816
se redactó el acta de declaración de la independencia. Al día siguiente,
se votó a las 14:00 hrs., en el Congreso de Tucumán -en realidad, la
casa de Francisca Bazán de Laguna, hoy conocida como la Casa de
Tucumán-.
"En la benemérita y muy digna ciudad de San Miguel de Tucumán, a nueve días del mes de julio de mil ochocientos diez y seis: terminada la sesión ordinaria, el Congreso de las Provincias Unidas continuó sus anteriores discusiones sobre el grande, augusto y sagrado objeto de la independencia de los pueblos que lo forman. Era universal, constante y decidido el clamor del territorio por su emancipación solemne del poder despótico de los reyes de España; los representantes sin embargo consagraron a tan arduo asunto toda la profundidad de sus talentos, la rectitud de sus intenciones e interés que demanda la sanción de la suerte suya, pueblos representados y posteridad. A su término fueron preguntados si quieren que las provincias de la Unión fuese una nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli. Aclamaron primeramente llenos de santo ardor de la justicia, y uno a uno reiteraron sucesivamente su unánime y espontáneo decidido voto por la independencia del país", empieza el acta.
"En la benemérita y muy digna ciudad de San Miguel de Tucumán, a nueve días del mes de julio de mil ochocientos diez y seis: terminada la sesión ordinaria, el Congreso de las Provincias Unidas continuó sus anteriores discusiones sobre el grande, augusto y sagrado objeto de la independencia de los pueblos que lo forman. Era universal, constante y decidido el clamor del territorio por su emancipación solemne del poder despótico de los reyes de España; los representantes sin embargo consagraron a tan arduo asunto toda la profundidad de sus talentos, la rectitud de sus intenciones e interés que demanda la sanción de la suerte suya, pueblos representados y posteridad. A su término fueron preguntados si quieren que las provincias de la Unión fuese una nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli. Aclamaron primeramente llenos de santo ardor de la justicia, y uno a uno reiteraron sucesivamente su unánime y espontáneo decidido voto por la independencia del país", empieza el acta.
Luego de estas líneas, aparece la Declaración.
Hubo que esperar hasta el 21 de julio para que los congresales juraran
la independencia. En Buenos Aires se celebró el 13 de septiembre. Un mes
después, Juan Martín de Pueyrredón -Director supremo- imprimió 1500
copias para repartir en todo el territorio. Se agregaron 500 en quechua y
otro medio millar en aimará. Todas fueron distribuidas, pero aquí surge
la incógnita: ¿qué pasó con el acta original?
Primera hipótesis: habría estado en poder de César Hipólito Bacle
-encargado de la Litografía de Estado-. Debía realizar las copias con
las firmas de los 29 diputados en 1833. ¿Por qué entra él en discusión?
Es que pasó por un pésimo momento económico y lo contrataron desde
Chile. Juan Manuel de Rosas se mostró molesto con esto y aparecieron
acusaciones falsas sobre el suizo. Fue encarcelado el 4 de marzo de
1837; enfermo y al borde de la demencia, fue liberado nueve meses
después y falleció el 4 de enero del año siguiente. Se desconoce si el
acta se perdió o traspapeló en su taller o si Rosas la robó y se la
llevó a Inglaterra en su exilio.
Segunda hipótesis: Cayetano Grimau Gálvez era un joven oficial porteño
que había luchado en las invasiones inglesas. El Congreso sesionaba en
Tucumán y Manuel Belgrano y el resto de las autoridades le encargaron la
entrega de un paquete de documentos a Pueyrredón, un mes después de la
declaración. Estaba custodiado por un escolta armado, pero en Córdoba
fue asaltado por unos soldados de José Gervasio Artigas. Se especula con
que en ese sobre estaba el acta, pero no hay pruebas de ello.
Búsquedas posteriores
Para el centenario de la independencia, Victorino de la Plaza ordenó que
se encontrara la histórica declaración. No tuvo suerte y los festejos
se llevaron a cabo sin el acta.
Fue en 1966, cuando Arturo Illia intentó lo mismo. No logró el objetivo,
pero estuvo más cerca: le fueron entregados 3100 documentos
relacionados al improvisado Congreso de Tucumán.
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